PROYECTO "ZARZA ARDIENTE"
NACE EL PROYECTO "ZARZA ARDIENTE" DE LA RCC DE ARGENTINA EN EL ENCUENTRO DE SERVIDORES Y PERSEVERANTES DE GRUPOS DE ORACIÓN.
Se trata de la adoración incesante, ante el Santísimo; es una invitación a “volver al Cenáculo”, UNIDOS EN LA CONTEMPLACIÓN DEL MISTERIO EUCARÍSTICO, PRESERVANDO NUESTRA IDENTIDAD COMO RENOVACIÓN CARISMÁTICA CATÓLICA.
Esperamos con entusiasmo que esta iniciativa conduzca a muchos a volver a redescubrir los dones del Espíritu, cuya fuente original es Pentecostés. Este Proyecto de la Zarza Ardiente desea ayudar a experimentar un Pentecostés no sólo de un momento o de un día, sino un Pentecostés permanente, según la intuición de la Beata Elena Guerra quien, al final del siglo diecinueve, urgió al Papa León XIII a conducir a la Iglesia de regreso al Cenáculo/Estancia Superior de Jerusalén, para que la Iglesia se viera iluminada una y otra vez y “ardiera como una zarza ardiente”.
Seamos cada uno de nosotros embajadores del Espíritu Santo y de la espiritualidad de Pentecostés. Vivamos de la fuente de la oración en adoración e intercesión para toda la Iglesia, según la gracia que hemos recibido en nuestra experiencia de Pentecostés personal.
Se trata de la adoración incesante, ante el Santísimo; es una invitación a “volver al Cenáculo”, UNIDOS EN LA CONTEMPLACIÓN DEL MISTERIO EUCARÍSTICO, PRESERVANDO NUESTRA IDENTIDAD COMO RENOVACIÓN CARISMÁTICA CATÓLICA.
Esperamos con entusiasmo que esta iniciativa conduzca a muchos a volver a redescubrir los dones del Espíritu, cuya fuente original es Pentecostés. Este Proyecto de la Zarza Ardiente desea ayudar a experimentar un Pentecostés no sólo de un momento o de un día, sino un Pentecostés permanente, según la intuición de la Beata Elena Guerra quien, al final del siglo diecinueve, urgió al Papa León XIII a conducir a la Iglesia de regreso al Cenáculo/Estancia Superior de Jerusalén, para que la Iglesia se viera iluminada una y otra vez y “ardiera como una zarza ardiente”.
Seamos cada uno de nosotros embajadores del Espíritu Santo y de la espiritualidad de Pentecostés. Vivamos de la fuente de la oración en adoración e intercesión para toda la Iglesia, según la gracia que hemos recibido en nuestra experiencia de Pentecostés personal.